Tantos días sin don José Emilio, y tanto transcurrido desde entonces: diluvios, soles abrasadores, temblores, la muerte de Gabriel García Márquez. Y ahora, entre los días nublados, entre la lluvia que no se acaba y que amenaza con hacer resurgir de entre las aguas del viejo lago a la antigua Tenochtitlan, a algunos les da por recordar que hoy, 30 de junio, era el cumpleaños de JEP. Y a la hora que escribo esto, empieza, allá en Ciudad Universitaria, el homenaje nacional que, más allá de los usuales números luctuosos en el Palacio de Bellas Artes, ojalá reúna a muchos de sus lectores, sin que la lluvia y los vigilantes de las instalaciones del INBA enchinchen a los leales que, libro bajo el brazo, lleguen a las viejas piedras volcánicas en el sur de la megalópolis, monstruosa y entrañable, en la que se ha convertido la ciudad de México.
El tiempo, el pasado, la historia, los ecos de la memoria, aparecen una y otra vez en la poesía de JEP. Desde la decadencia de la Serenísima República pintada por Canaletto. Hasta la melancólica certeza de lo que uno recordará el último día del mundo, sea cual sea. Cenizas de amores calcinados en Pompeya, maldiciones virreinales sepultadas en el subsuelo lodoso de la vieja ciudad, todo, nos advierte Luis González y González, es historia. Y JEP lo comprende a la perfección.
Pero esto no es un análisis literario. Es, nada más, un breve recuento; unas gotas de la poesía de don José Emilio, donde la Historia, las historias, están presentes para movernos a pensar, para disfrutar, para agregar el guiño poético de JEP al largo, tumultuoso discurso de la historia, visto desde una cierta melancolía del presente.
Bajo el suelo de México verdean
Eternamente pútridas las aguas
Que lavaron la sangre conquistada.
El reposo del fuego.
Dijo el virrey: los hombres de esta tierra
Son seres para siempre condenados
A eterna oscuridad y abatimiento.
Para callar y obedecer nacieron.
La injuria del virrey flota en el lodo.
Ningún tiempo pasado ciertamente
Fue peor ni fue mejor.
El reposo del fuego.
UN MARINE
Quiso apagar incendios con el fuego.
Murió en la selva de Vietnam
Y en vano.
CHE
Ellos
Al darle muerte
Le otorgaron
La vida perdurable.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
LAS VOCES DE TLATELOLCO
Eran las seis y diez. Un helicóptero
Sobrevoló la plaza.
Sentí miedo.
Cuatro bengalas verdes.
Los soldados
Cerraron las salidas.
Vestidos de civil,
Los integrantes del Batallón Olimpia
-mano cubierta por un guante blanco-
Iniciaron el fuego.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
ACELERACIÓN DE LA HISTORIA
Escribo unas palabras
y al minuto
ya dicen otra cosa,
significan
una intención distinta,
se hacen dóciles
al Carbono catorce:
criptogramas
se un pueblo remotísimo
que busca
la escritura en tinieblas.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
VENECIA
Cada golpe de agua provocado por los
Motores hunde un poco más a Venecia
Excelsior, 1967
Venecia es un fantasma.
Fue inventada
por Canaletto.
La pintó en el agua.
Negación de Lepanto,
cada piedra
es oriental
y floreció en Bizancio.
Todo lo unido tiende a separarse.
Los islotes se hunden en la laguna.
El mar que la esculpió
Hoy la destruye.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
POMPEYA
La tempestad de fuego nos sorprendió en el acto
De la fornicación.
No fuimos muertos por el río de lava.
Nos ahogaron los gases. La ceniza
Se convirtió en sudario. Nuestros cuerpos
Continuaron unidos en la piedra:
Petrificado espasmo interminable.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
En el último día del mundo dirás su nombre.
De algún tiempo a esta parte.
Doña Bertha Hernández: Gracias por participarme sus afanes que desde ya hago míos. Y también gracias por incorporar a mi tatarabuelo Francisco Zarco entre los personajes significados de su reino de todos los días.
Felipe Gálvez Comunicación y estructuras de poder. Tel oficina:54-83-74-42
Muy estimado don Felipe: la agradecida soy yo por su generosa lectura de los caminos de este Reino. Don Francisco Zarco es, en efecto, uno de los grandes genios tutelares de este blog. No me canso de leerlo, de examinar su biografía, de leer su periodismo formal y de reírme de sus diabluras. De eso tratará una muy próxima entrada en este Reino. Espero que le parezca entretenida. Le mando un gran saludo.
Bertha.
Un placer leerla Bertha Hernández
¡Mil gracias por visitar el reino,.
¡abrazo y saludo!