Posts Tagged ‘Personajes en monedas de 5 pesos conmemorativas

02
Jun
11

Preguntitas (y respuestitas)

Las carreras de la vida, las peculiares circunstancias del pasado reciente, a ratos hacen que guarde «para al ratito» algunas de las preguntas que llegan a este Reino. Algunas muy buenas, la verdad, y otras dan para entradas completas y algunas, se entiende, tienen que ver con propósitos urgentes. Prometo responder más cosas a medida que avancen los días, pero por lo pronto, aquí hay algunos datos útiles para los que se interesan en algunas de las historias de este Reino:

  • Buenos datos biográficos de don Joaquín D. Casasús, abogado y especialista financiero de los días de don Porfirio, están en el libro espléndido que hace años escribió uno de sus descendientes: «El Exilio, un relato de familia, de Carlos Tello Díaz». Lectura muy recomendable ahora que se acaban de cumplir 100 años de la salida de don Porfirio de México, a bordo del Ipiranga. Aquí hemos hablado de él en función de su parentesco con don Nacho Altamirano, quien lo quiso mucho, no sólo por ser esposo de su hija consentida, Catalina Guillén-Altamirano, sino porque había sido uno de sus alumnos más talentosos y con quien se entendía, en muchas cosas, a la perfección. Si los curiosos buscan en los archivos de este Reino, por acá tenemos una foto de la hermosa tumba que resguarda a don Joaquín, allá en el Panteón Francés de la Piedad de la ciudad de México. Y por cierto, don Joaquín se murió el 25 de febrero de 1916, en Nueva York.
  • Sobre Calleja y las cabezas de los insurgentes: La condena a muerte para los caudillos insurgentes estaba cantada desde fines de septiembre de 1810, cuando el virrey Venegas le puso precio a la cabeza de Allende y de Miguel Hidalgo: nomás 10 mil pesos, una verdadera lanota. El caso es que nadie puso empeño tal que lo consiguiera hasta que en Acatita de Baján fueron atorados los insignes caudillos y conducidos a Chihuahua para su juicio y consecuente ejecución.
  • En octubre de ese 1811 llegarían a Guanajuato las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, todas conservadas en sal, recurso que les debió haber dado un aspecto bastante horroroso. Se colgaron en las esquinas de la Alhóndiga, escenario de una matanza terrible y del nacimiento de la pésima reputación que en el Bajío adquirió la insurgencia durante aquella campaña primigenia. La colocación de las cabezas fue acompañada por una inscripción elaborada por el intendente de Guanajuato, don Fernando Pérez Marañón,  atendiendo las órdenes de Calleja, y que dice así:
  • «Las cabezas de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, insignes fascinerosos y primeros caudillos de la revolución; que saquearon  y robaron los bienes del culto de Dios y del real erario; derramaron con la mayor atrocidad la inocente sangre de sacerdotes fieles y magistrados justos; y fueron causa de todos los desastres, desgracias y calamidades, (sic) que experimentamos, y que afligen y deploran los habitantes todos de esta parte tan integrante de la nación española.  Aquí clavadas por orden del señor brigadier don Félix María Calleja del Rey, ilustre vencedor de Aculco, Guanajuato y Calderón, y restaurador de la paz de esta América. Guanajuato, 14 de octubre de 1811.»
  • Resulta tan oscura esta sentencia, que es muy entendible el road show de desagravio que hicieron a las cabezas y a sus respectivos esqueletos cuando, en 1823, se les trasladó a la ciudad de México.
  • El «himno del Bicentenario»: Pues según se vea. Existió algo que se llamaba «El futuro es milenario» (ugh) pieza espeluznante debida a la inspiración de Aleks Syntek y Jaime López. Como es posible ver, hay combinaciones mortíferas. Es una pieza perfectamente olvidable, que puede consultarse en la página oficial de las conmemoraciones de 2010 (www.bicentenario.gob.mx, y no, no lo voy a linkear) y otra pieza, prácticamente desconocida, que se llama «Nuevo Canto a México», y que ganó (entérense) el concurso (entérense también) que el gobierno federal hizo (les digo puras noticias nuevas; nadie se enteró en su momento) para conseguir un «tema conmemorativo». La pieza no está mal, y es del compositor José Miguel Delgado, y se consigue en la misma página de marras.
  • Las moneditas conmemorativas de 5 pesos del Centenario y el Bicentenario: el honorable público se inquieta porque «están escasas» las monedas de Nicolás Bravo y Emiliano Zapata. De hecho, TODAS están escasas, y más aún los «coleccionadores», uno de los peores osos cometidos el año pasado en materia de conmemoraciones. Sugiero se compren una cajita bonita para guardarlas y tengan paciencia; poco a poco van cayendo. Yo tengo, entre mis repetidas, tres Zapatas y un Bravo; es cosa de persistir.
  • La entrevista a Porfirio Díaz. Aclaro que esta entrevista no la hizo nadie del personal de El Imparcial, como ha llegado la pregunta. La entrevista apareció en la Pearson´s Magazine, en marzo de 1908, y estaba firmada por el entrevistador, el periodista estadounidense James Creelman. Lo que hizo El Imparcial fue traducir algunos fragmentos. La entrevista, traducida al español, está en una muy decorosa edición del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, con prólogo de don Álvaro Matute.
… estas son unas cuantas respuestitas, en cuanto pueda, desahogo unas pocas más…
29
Dic
10

La persistencia de la memoria: el retrato de doña Josefa

Estas son las cosas que nos susurran, perversamente y al oído, que este asunto de las conmemoraciones exigía la hechura de un Manual de Conmemoración Básica Tomo 1, para que luego no saliéramos con cosas como esta:  Héte aquí que he logrado completar una colección de moneditas de cinco pesos, conmemorativas del Bicentenario y el Centenario. Un golpe de suerte puso en mis manos, de un jalón, la moneda de don José María Pino Suárez y de doña Josefa Ortiz de Domínguez (que los dioses de los centenarios bendigan a las chavas del Starbucks de Guanajuato). Despues de dar tres saltos de conejo de puro contenta, me puse a examinar las monedillas en cuestión, y, aunque ya sabía que no son un dechado de proporción y corrección iconográfica (Álvaro Obregón es muy poco reconocible, el sombrero de Zapata es desproporcionadamente grande, etc, etc. etc,) y aún cuando sé que raramente volveremos a ver un retrato de Pino Suárez tan bueno como el gran retrato que su familia donó al renovado Museo Nacional de la Revolución, la moneda hace que me ponga a pensar si, por morbo, valdrá la pena preguntar al Banco de México quién fue su genio creador.

Porque la monedita de la Corregidora, oh, amigos míos, de repente me arroja la certeza de que muchos esfuerzos se han ido al caño, con cosas como estas: o mucho me equivoco, o, en un acto de haraganería mental y material, en Casa de Moneda no se dignaron crear un nuevo troquel para esta moneda: Josefa Ortiz de Domínguez sigue siendo la señora más que sesentona que conocí en mi cada vez más lejana infancia, en las monedas de cinco centavos. Ha valido gorro que digamos en todos sitios y todos lugares que, en los días de la agitada rebelión desatada por Hidalgo, doña Josefa rondaba los cuarenta años y, cuentan era de no malos bigotes, además de su fama de «seductora», aplicada la palabra en el sentido antiguo, es decir, propagandista de la causa insurgente.

Pues no. Ni  siquiera porque se ha llamado la atención sobre esa bonita figura de Corregidora joven, con su coqueto vestido imperio, allá en una céntrica plaza queretana, esa bonita Corregidora joven erigida hace un siglo (o sea, allá sí hicieron su tarea en su momento), más cercana a cómo pudo haber lucido , con todo y sus catorce hijos, doña Josefa. La vimos rejuvenecida en las imágenes de Benjamín Orozco, hechas para la Coordinación Ejecutiva etc., etc., etc., federal de las conmemoraciones de 2010. Cierto es que ese hermoso retrato perdió mucho cuando mi querido amigo Benjamín emplastó el óleo del cabello de la joven señora, pero a estas alturas, ya qué se puede hacer. En «Héroes Verdaderos» insistimos en que se dibujara y animara a una Corregidora joven de voz aterciopelada -que por cierto, pertenece en el reino de todos los días a doña Jacqueline Andere-. O sea, todo eso le valió un cacahuate a la Casa de Moneda, como tantas otras cosas: Xavier Mina, en su moneda, sigue siendo «Francisco Xavier Mina», y aunque rescataron personajes importantes, chihuahua, otra vez, tenemos a esa Corregidora entrada en la vejez, como la viejita sentada en su sillón, con su chal en las piernas y otro sobre los hombros, allá en la plaza de Santo Domingo. Que seguramente es la imagen que los chilangos de hace 190 años tenían de la buena señora. Finalmente, todos llegaremos un día a esas situaciones, pero, en materia de conmemoraciones Básicas [Tomo 1], digo yo, ¿por qué nadie quiso rescatar a esa mujer aún joven que conspiraba, cuentan los testigos, con todo su empeño? Pura flojera mental, caray, ganas de no espantar a las musarañas que aún anidan en el cerebelo de unos cuantos. Pero no hay que olvidar a esa mujer que todavía porta una antorcha en una coqueta placita de la ciudad de Querétaro. Vital y enérgica, como es más sano y emocionante y espléndido recordarla.

18
Nov
10

Moneditas

Aquí, entre todas las chácharas bicentenarias, la efigie de Francisco Primo de Verdad

No sé cuantas tengan ustedes. Yo, abandonada a las bondades del azar, ya llevo ¡treinta y tres! de las 37 monedas de cinco pesos, conmemorativas del Bicentenario del Inicio de la Independencia y del Centenario del inicio de la Revolución, que comenzaron a circular a fines de 2008 y que en estos meses deben estar terminando su ciclo de emisión.

 Y me digo abandonada a las bondades del azar porque es la curiosa manera de planear la circulación y las peculiares ideas del área de emisiones del Banco de México los que han determinado que sea el azar y solamente el azar el factor que rige a quienes tenemos el interés –genuino, morboso o curioso- de coleccionarlas, platicarlas e intercambiarlas, como cuando, en nuestras infancias estábamos dispuestos al voraz y despiadado trueque de estampas del álbum de moda en cuestión. Que me acuerde, logré llenar el de las caricaturas –chin, decir caricaturas me delata generacionalmente: ahora se les dice “serie de dibujos animados”- de la Pantera Rosa, el de los diminutos cartones en “tercera dimensión”, que venían en los Gansitos y demás pastelillos industriales y que eran un muestrario de la cultura pop sesentera y setentera. Desde luego, el cursilísimo álbum de los cursilísimos monitos de “Amor Es…”, había uno de series y personajes de la televisión sesentera… con una impresión a color bastante mala, pero era lo que había… Se solicitan memoriosos que aporten a la comunidad de este Reino de Todos los Días más álbumes de los que mi memoria abarca.

 Y estas historias de coleccionismo tienen que ver con la perseverancia, con el humano impulso del que busca los elementos que el día de mañana dejarán de ser presente para volverse pasado, para volverse memoria.  En aquellos años reuníamos con tesón sobres y sobres de estampas en una honesta búsqueda de la completitud, del cierre del círculo, de la composición de la narración entera. Claro, había excepciones: algún tramposo sin noción del bien y del mal -cuyas consecuencias aún duran en su edad adulta- llegaría a abrir subrepticiamente los empaques de los panes Bimbo del supermercado para espulgarlos y extraer alguna estampa codiciada. Dirán que el fin justifica los medios, pero hay quien inicia desde temprana edad su camino a la perdición y asegura su sitio en el Purgatorio.

 De manera que, como el Banco de México le explicó, a esta servidora, en algún momento de 2009, que no habría coleccionadores ni venta de colecciones completas de monedas, ha sido el Azar con mayúscula, el despiadado azar, el que nos regale, una a una, escatimándolas, repitiéndolas, escamoteándolas, las 37 monedas conmemorativas que a fines de este año todos los interesados deberíamos tener.

 Y ha sido el azar el que ha permitido que en las colecciones sigan perviviendo los mitos chiquitos de siempre. En las monedas de marras, Xavier Mina se sigue llamando Francisco Xavier Mina, Ignacio Rayón se sigue llamando Ignacio López Rayón,  y las malas lenguas afirman que la culpa es  la pasada legislatura quien, con su información histórica estándar repitieron los lugares comunes históricos masivos y así se quedan las cosas, porque el decreto que da origen a esta colección de monedas conmemorativas así lo dispuso y la corrección histórica se va a la goma.  Leyenda mata dato, así de sencillo.

 En esta colección solamente veremos aparecer a tres mujeres: a Carmen Serdán, a Leona Vicario y a “La Soldadera”  (sin que sepamos bien a bien qué significa para los señores de la Casa de Moneda esta expresión). Curiosa idea -otra vez los mitos- de adjudicar a los barullos de hace un siglo la existencia de estas mujeres que marchaban junto al hombre rumbo al campo de batalla, encargadas de darles de comer, de alimentar al caballo, de «confortarlo sexualmente» (what?), como opina un libro bastante eufemísitico que hay por allí sobre las soldaderas, cuando lo cierto es que soldaderas ha habido en todos los conflictos que ha vivido este sufrido país. En fin, el gugar común sobrevive, clasificado como una de las monedas conmemorativas del Centenario de la Revolución de 1910. No obstante, hay que reiterar algo bastante lógico: soldaderas hubo siempre. ¿No sabemos acaso que a Hidalgo lo seguían hombres con familias, mujeres con niños? ¿No renegaba Concha Lombardo de la propuesta de matrimonio de Miguel Miramón porque no tenía intención alguna de seguir a su marido a la guerra “con el niño y con el perico”?

 Pero, por otro lado, es agradable y emocionante que la lista incluya a los hombres de ideas, porque las ideas también son acción, además de los militares heroicos y los líderes fundacionales: me encanta hallar a don Carlos María de Bustamante, al tremendo e incorregible fray Servando Teresa de Mier, a Filomeno Mata y a otros más como Andrés Molina Enríquez. Me entero, además de que en esta afortunada selección ha tenido que ver mi querido maestro, el doctor Álvaro Matute. La historia política es importante, pero no lo es todo, afortunadamente.

 En fin, que  para los interesados, aquí van las listas de las emisiones como deberían estar circulando, para que palomeen las que ya se tienen y se intensifique la búsqueda de las faltantes:

 MONEDAS CONMEMORATIVAS EMITIDAS EN 2008

1. Ignacio Rayón (la moneda dice Ignacio López Rayón)

2. Álvaro Obregón

3. Carlos María de Bustamante

4. José Vasconcelos

5. Xavier Mina (pero la encontrarán como Francisco Xavier Mina)

6. Francisco Villa

7. Francisco Primo de Verdad y Ramos

8. Heriberto Jara

9. Mariano Matamoros

10. Ricardo Flores Magón

11. Miguel Ramos Arizpe

12. Francisco J. Múgica

13. Hermenegildo Galeana

 MONEDAS CONMEMORATIVAS EMITIDAS EN 2009

1. Filomeno Mata

2. José María Cos

3. Carmen Serdán

4. Pedro Moreno

5. Andrés Molina Enríquez

6. Agustín de Iturbide

7. Luis Cabrera

8. Nicolás Bravo

9. Eulalio Gutiérrez

10. Servando Teresa  de Mier (Así, sin el “fray”. Ha de ser por eso del estado laico)

11. Otilio Montaño

12.  Belisario Domínguez

13. Leona Vicario.

Convengo en que  algunos de estos nombres resultarán perfectamente desconocidos para muchos mexicanos que tendrán en sus manos estas monedas.  Esa es la otra parte: ojalá el Banco de México recapacitara y ponga a disposición de los interesados un bonito coleccionador que incluya las biografías de TODOS los incluidos en la emisión de monedas. Evidentemente faltaban digamos, las piezas fundamentales, las más codiciadas. Esas son las que este año, deberían estar en circulación:

 MONEDAS CONMEMORATIVAS EMITIDAS EN 2010 

1. Miguel Hidalgo

2. Francisco I. Madero

3. José María Morelos

4. Emiliano Zapata

5. Vicente Guerrero

6. Venustiano Carranza

7. Ignacio Allende

8. La Soldadera (!)

9. Guadalupe Victoria

10. José María Pino Suárez

11. Josefa Ortiz de Domínguez

 Así las cosas, ármense de paciencia y dispónganse al trueque civilizado. Hace un par de meses oí en el mercado la queja de un carnicero que decía tener ya cinco monedas de Iturbide. Por lo pronto, y cuando faltan DOS DÍAS para el Centenario del inicio de la Revolución, puedo decir, satisfecha, que solamente me faltan José María Pino Suárez, Ignacio Allende, doña Josefa Ortiz de Domínguez y Guadalupe Victoria. Tengo algunas cosillas repetidas. Se aceptan canjes.

 NOTA DE JUEVES: Mientras escribo estas historias de moneditas centenarias y bicentenarias, una manada de chamaquitos de preescolar cantan, a grito pelado, y valiéndoles gorro la entonación, el Himno Nacional. Los oigo porque el jardín de niños al que asisten está frente a mi casa. Desde hace dos semanas, he escuchado de manera insistente, «La rielera», señal de que preparan un baile alusivo a la ceremonia conmemorativa de la Revolución de 1910. En un entorno de tanto pleito y pataleo por las conmemoraciones, el que haya maestros que sigan haciendo con perseverancia su trabajo en materia de educación cívica, es una pizquita de consuelo, frente a tan accidentado año. Debiéramos volver a escribir el Manual de Conmemoraciones Básicas 1. O inventar el curso propedéutico. No para este sábado, pues ya faltan solamente, insisto, DOS DÍAS. Más bien para repensar en qué fracasamos, y qué logramos. El día está gris. Como si me diera alguna respuesta.




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