Posts Tagged ‘conmemoraciones históricas

11
Feb
11

La perra duda: las locuras de un 9 de febrero.

Ignoro quién sea el autor de la idea delirante de poner al presidente de la República a cabalgar por el cerro de Chapultepec. La foto que ha circulado en algunas partes es, hasta eso, bonita. Pero este es uno de esos casos donde uno hace la perra pregunta: ¿como para qué? Exactamente, ¿qué se deseaba conseguir con la ocurrencia? Algunos periódicos on line cabecearon que con esta peculiar puntada, el presidente «evocó» el recorrido que hace 98 años hizo Francisco I. Madero, del castillo de Chapultepec a Palacio Nacional, para acudir a su cita con la muerte y la traición…. evocar… ¿y no podría evocar a Madero sin necesidad de subirse al caballo? Esto es como aquel rollo del año pasado, según el cual, si no estábamos ante los restos de los héroes de la Patria resultábamos unos pobres idiotas que no hemos comprendido, como hijos desobligados, la trascendencia del legado de los héroes de la insurgencia. Es como aquel personaje, del que ya hemos hablado aquí, que, cuando sacan a orear (después de los numeritos del año pasado ya sabemos que en 1895 no le aplicaron los tres movimientos de Fab -remoje exprima y tienda-) a los restos de Hidalgo y sus ilustres compañeros, insiste en que las honorables autoridades de la catedral permitan que su sobrinito le dé un besote al cráneo del padre de la patria.

Como ahora me cuentan que, al abrir las mentadas urnas, eso «olía a muerto» de a deveras, sabemos ya que no hubo operación limpieza -detalle morboso: me dicen que hasta venas tenían pegadas todavía algunos huesitos-, como en su momento aseguraron algunos periódicos como El Mundo Ilustrado (Carajo. ¿Ven? Otra volada)  y por eso debemos dar gracias que, en su momento, los periódicos de la época no recuperaron las declaraciones del escuinclito, que, hasta donde recuerdo respondía por Idelfonso, porque seguramente habrían resultado impublicables. Para que vean como era la vida antes de que a alguien se le ocurriera que los niños tenían derechos.

Y todo esto como para concluir que, en esto de las evocaciones históricas, hay que tener cuidado con las equivocaciones. Hicieron cabalgar al presidente en un tramo donde seguramente el riesgo estaba acotado a lo mínimo (ustedes opinarán lo que gusten del Estado Mayor Presidencial, pero de que conocen su negocio, lo conocen y muy a fondo, y no se andan con bobadas ni especulaciones-) y precisamente por eso, nadie de ese conglomerado que llamaríamos «pueblo», «sociedad civil» y yerbas similares vio al presidente en su interpretación de don Pancho Madero. Es decir: lo hicieron darse el paseíto ecuestre para tomarle la foto rodeado de los cadetes del Colegio Militar -que deben haber estado encantados- , para tomarle el video que se manejó en algunos noticieros. Es decir, se inventa una ilusión mediática, un artificio con pretensiones históricas para consumo de los medios. El problema es que juguetitos de comunicación de este tipo no garantizan la primera plana de TODOS los periódicos, y no mucho más de unos cuantos segundos de televisión. Y el hecho de que se publique o transmita no lo convierte en un éxito. Exponen al señor que trabaja de presidente y  a la investidura presidencial que tantos bocones juran por su madrecita que están dispuestos a defender, a la mofa, a la befa, al escarnio y al pitorreo característicos del humor mexicano. Vuelvo a preguntar, ¿como para qué?

Lo peor es que se me ocurren una bola de preguntas incómodas, de esas a las que a nadie de aquel lado le gusta contestar, aunque el IFAI les tuerza la manita: ¿por qué este año? ¿Por qué no en 2010? ¿Por qué no en 2011? ¿Por qué no en 2012, digo, para cerrar con broche de oro? ¿por qué el aniversario 98 de la Marcha de la Lealtad es mejor que el 97, que el 96 o el 99 como para  hacer estos osos?  Y ya que vamos a hacer el oso, ¿cómo le hacemos para que funcione y la gente no lo agarre de botana? ¿es que hay osos inevitables? Hasta quedaba mejor la foto del presidente lanzando pelotas de beisbol. Mejor las curiosidades cotidianas que andar en eso de las evocaciones de bulto. Claro que podría ser peor: no hemos sabido de invocaciones espiritistas… hasta el momento.

 Ahora que llegue junio, ¿van a p0ner al presidente a cabalgar o lo van a trepar en un coche descubierto -y si se consigue carruaje descubierto mejor- para «evocar» la entrada triunfal de don Pancho hace un siglo? Si ya sabemos que la «evocación» de Hidalgo del 16 de septiembre de 2010 (poner al presidente a repetir, en el mismo lugar y a la misma hora las mismas palabras conque Hidalgo desató el mitote independentista) pasó prácticamente inadvertida porque tres cuartas partes del país estaba profundamente dormida después de la pachanga de la noche anterior, y la otra cuarta parte (y es, lo admito una estimación optimista) estaba en una muy relativa vigilia, y no advirtió la riqueza del detalle, yo aún tengo la perra duda: ¿qué se gana con volver realidad estas ocurrencias?

Y la mera pregunta importante: ¿quién se muere de aburrimiento y ocio en alguna parte del gobierno federal como para andar inventando estas puntadas, que flaco favor le hacen a la investidura presidencial? Y ya mejor no pregunto qué dice la normativa de la banda presidencial sobre eso de irse a pasear a caballo con el accesorio puesto.

15
Sep
10

El grito según Federico Gamboa

El desfile del centenario, cuando el pobre de Federico Gamboa se moría de nervios

Últimamente, don Federico Gamboa ha dejado el cómodo limbo del pasado en el cual se encontraba, y ha regresado, respondiendo a la invocación. Se han comparado con él, lo han invocado como santo protector, hemos citado su célebre Diario para retratar el ambiente de los días de las fiestas del Centenario del inicio de la Independencia, hemos calculado que, en los últimos dos años, debe haberse retorcido varias ocasiones allá en su tumba del Panteón Francés de la Piedad.  Interesante personaje, propietario de una curiosa moral con dobleces, lo que habla de su actualidad, y de repente nos lo encontramos convertido en uno de los protagonistas de la historia que cuenta «El Atentado», la reciente película de Jorge Fons, donde lo pintan en un retrato bien interesante y cercano al señor que leemos en los Diarios, con todos sus miedos, con sus disimulos, con sus mentiritas y mentirotas piadosas.

Mucho mejor escritor que político, nos dejó, entre otras cosas un auténtico best seller mexicano: Santa, esa historia de la prostituta porfiriana, con una textura tal que se vuelve un peculiar y detallado fresco del mundo de hace un siglo. En esa novelita, publicada en 1903,  que aseguró la manutención de don Federico en sus últimos años (contaban que, muerto de la risa, se ufanaba de que lo mantuviese una «mujer pública»)  y que hoy se sigue vendiendo, el bueno del señor Gamboa nos dejó un chispazo de lo que eran los Gritos hace un siglo. Y aquí está:

A espaldas del carruaje, los portales de Mercaderes truncos y asimétricos por el Centro Mercantil, terminado casi, y que en los pisos concluidos ya, ha derrochado las lamparillas incandescentes. A la diestra, la vetusta casa de ayuntamiento, la “Diputación”, también encortinada y  alumbradísima, sin lograr borrarse las arrugas y el sombrío aspecto que le prestan los años; maciza, ingrata, anacrónica. A su frente –limitando al norte la extensa plaza- la Metropolitana , monumental, eterna, imponente;  erguidas sus torres, grises sus muros, valiente cúpula, formidable en su conjunto de coloso de piedra, inconmovible al que no arredran ni el tiempo ni los odios, luce igualmente faroles y colgaduras, todo arcaico a la antigua todo, los faroles de aceite, las colgaduras desteñidas, venerables, olientes a incienso, ¡con quién sabe cuántos lustros a cuestas! A su lado, el sagrario en su perpetuo y desgraciado papel de pegote churrigueresco.

Por dondequiera, vendimias, lumbradas, chirriar de fritos, desmayado olor de frutas, ecos de canciones, fragmentos de discursos, arpegios de guitarra, lloro de criaturas, vagar de carcajadas, siniestro aleteo de juramentos  y venablos; el hedor de la muchedumbre, más pronunciado; principio de riñas y final de reconciliaciones; ni un solo hueco, una amenazante quietud; el rebaño humano apiñado, magullándose, pateando en un mismo sitio, ansioso de que llegue el instante en que vitorea su independencia…

De pronto, un estremecimiento encrespa todavía más aquella mole intranquila. Luego, un silencio que por lo universal asusta y emociona, uno de esos silencios precursores de algo extraordinario. Diríase que hasta lo inanimado se reconcentra y recoge. Compenetradas las cien mil almas que inundan la Plaza, parecen no formar sino una sola. ¡Todos callan, todo calla!… lo mismo las bandas unidas que los privilegiados de los balcones y que los miembros del rebaño. Todos miran el reloj del Palacio, suspendida la respiración, clavados los ojos en la diáfana muestra de la impasible maquinaria, latiendo presurosos todos los corazones en todos los pechos…

Y pausadamente, el reloj de Palacio y el de la catedral rompen juntos ese silencio; primero con cuatro campanadas lentas –los cuatro cuartos de la hora-, después con once, que nacen con idéntica lentitud mecánica. No bien han nacido, cuando, todo a un tiempo, se enciende el balcón histórico, el de barandal de bronce, y dentro de un óvalo de rayos eléctricos, surge el Presidente de la República, símbolo en medio a tanta claridad, sin otras divisas que la banda tricolor que le cruza el pecho y lo convierte en el ungido de un pueblo. Con noble gesto coge la cuerda pendiente de la esquila parroquial que atesora Palacio, la hace sonar una vez, dos veces, y ella suena maravillosamente,  como ha de haber sonado, allá en Dolores, cuando despertó a los que nos dieron vida en cambio de su muerte.

Cae de la Catedral tupida lluvia de oro, sus campanas repican a vuelo. Atruenan los aires millares de cohetes, las bandas ejecutan nuestro himno,  el canto nacional; en la lejana Ciudadela, disparan los cañones la salva de honor; los astros en el cielo, miran a la tierra y parpadean, cual si fuesen a verter lágrimas siderales, conmovidos ante el espectáculo de un pueblo delirante de amor a su terruño, que una noche en cada año cree en sí, recuerda que es soberano y es fuerte.

Hay madres que han levantado a sus hijos por encima de la multitud y en alto sostienen, como una ofrenda, como una restitución de sangre que nada más a la Patria pertenece.

Y de todos los labios y de todas las almas brota un grito estentóreo, solemne, que es promesa y es amenaza, que es rugido, que es halago, que es arrullo, que es epinicio:

-¡Viva México!…..

Y para que no olvidemos a esa gente que no tiene computadora ni internet, y que viene desde Neza, desde Chimalhuacán; esa que hace diario dos horas de metro y microbús a su trabajo, que no podría pagarle el cine a sus tres o cuatro hijos sin reventar el presupuesto de la quincena y que, entonces, solo tiene la posibilidad de disfrutar estas ocasiones de contento, gratuitas; Chapultepec los domingos, el Grito y los desfiles de septiembre; las luces del Zócalo engalanado; aquí está, como era hace 97 años y como es hoy; eso que le causa escozor a algunos historiadores; «el pueblo», eso que les choca a algunos politólogos porque es una categoría inasible, bronca, compleja y sentimental. Esa masa complicada y voluble es la verdadera propietaria de estas fiestas masivas. Por eso, por primera y última vez, diré lo que me vino a la mente hace unos minutos, cuando acabo de leer en la prensa que hay «boletaje» repartido para que la gente entre al Zócalo, entre empleados públicos, funcionarios y militantes políticos destacados: o sea, verbena popular descafeinada. Porfirio Díaz se habría carcajeado. En suma, son chingaderas.  Pero en esta historia, como dijo una vez  Jacobo Zabludovsky, cada quien va a tener el éxito que se merece.

Recuerditos del tiempo de don Federico

05
May
10

Ecos del 5 de mayo

A veces la vida se pone vertiginosa. Tan vertiginosa que no habían llegando las muchas palabras escritas desde el pasado 16 de febrero a este blog. Pero hago mea culpa y habrá que ponerlas todas a disposición de ustedes mis amigos. Pero hablando de cosas serias y no tan serias, hoy es cinco de mayo.

 Oooootra vez cinco de mayo, y mientras iniciaba estos renglones, el presidente, allá en Puebla, como corresponde, va y deja una corona y monta una guardia ante el monumento que guarda los restos de Ignacio Zaragoza y de su esposa doña Rafaela Padilla. A ella le fue bien… en principio, y según el ideal decimonónico de acabar hasta en la sepultura junto al marido, aunque se le detestara cordialmente, o al amante imposible, aunque el muy bestia jamás se hubiese animado a mejorar el estado de cosas PARÉNTESIS: para ejemplo de esto, ahí anda la historia de Lola Escalante, la eterna novia de José María Lafragua, allá en el Pantéón de San Fernando. Su fidelidad y paciencia, y su incapacidad para poner en su sitio a un pretendiente que, alegando un padecimiento cardiaco, la amenazaba cada tanto con que se moriría de un infarto si Lola acababa de casarse de una buena vez con Lafragfua,  le valieron un lindo monumento de mármol de Carrara, encargado a Italia y dirigido por los famosos hermanos Tangassi, porque cuando parecía que todo iba de maravillas y la pareja sería feliz por siempre, a Lola se la llevó la epidemia de cólera de 1850. Enterrada en el Panteón de San Fernando, el novio, de quien Vicente Riva Palacio hizo un texto satírico delicioso, solamente se tardó tres años en traer de Italia el mentado monumento. Como lo trajo uno de los Tangassi, quien supervisó el armado, ya se puede uno imaginar lo que costó el numerito. Pero San Fernando es escenario de todo tipo de extravagancias, peculiaridades, aficiones  y locuras, de los del siglo XIX y de los del siglo XX. Al rato les platico.

Porque yo estaba en esto del cinco de mayo (que también tiene que ver con San Fernando) y decía que por una de esas cosas raras la esposa de Zaragoza sí fue a dar al monumento de Puebla, aunque no sepamos a estas alturas si estaba harta o no del marido soldado al que nunca veía y que tuvo la poca delicadeza de morirse a los pocos meses que ella, dejando a la única hija huérfana pero eso sí, siendo héroe y benemérito de la patria. No obstante, a ella SÍ la trasladaron a Puebla para que durmiera el sueño eterno con su marido.  OTRO PARÉNTESIS: A la esposa de Pino Suarez, Doña María Cámara, y a doña Sara Pérez, la esposa de Madero, parece que no les fue tan bien al respecto. Ellas, en principio, siguen en el Panteón Francés de la Piedad, (Doña Sara en una fosa junto a la que, en ese lejano 1913, fue la primera sepultura de su esposo, doña María, una placa señala que se la inhumó en la misma tumba que al vicepresidente Pino Suárez. A lo mejor Eva María Ponce nos puede decir si hubo algún cambio cuando se llevaron a don José María) mientras sus mariditos se entretienen uno, (Madero), con toooodos sus amiguitos los revolucionarios allá en la Plaza de la República, y Pino Suárez, que era poeta, debe sentirse más a gusto en la Rotonda de los Hom… perdón, de las Personas Ilustres.

Y sigo: yo estaba en esto del cinco de mayo, y lo primero que espero es que, puesto que el presidente se dignó ir, hayan limpiado toda la zona de lo que fueron los fuertes de Loreto y Guadalupe, y que hoy es un parque dentro de la ciudad de Puebla. Las fotos que aquí ven, las tomé una navidad de… hace un año y meses, sí, en la navidad de 2008, y aparte de que el museo estaría cerrado en uno de los días festivos en los que la gente SÍ PUEDE IR. Tengo que decir que emociona caminar por el fuerte de Loreto, pues de Guadalupe queda poquísimo y era más bien templo convertido en fortificación , imaginándose al ejército mexicano maltrecho, hambreado, harapiento y sin embargo dispuestos a vender caros sus pellejos, aunque los infelices poblanos les hubieran escatimado hasta el insulto los recursos para su manutención. Triste jornada en la que siendo comandante del ejército sabes que se te van a morir muchísimos y sin embargo les tienes que dar ánimo y decirles, como les dijo Zaragoza «Veo en sus frentes la señal de la victoria».

Pero también me acuerdo que en 1962 las conmemoraciones por el centenario de la única victoria militar seria que ha tenido el ejército mexicano (porque no me digan que es mucho mérito que unos 500 arrasen a 60 legionarios en Camarón). Eran los días del gobierno de López Mateos (que, o mucho me equivoco, pero a ratos creo que es el referente histórico de muchos que en el gobierno federal viven hoy día pensando, soñando con ese poder omnipotente, omnipresente que piensan que era el patrimonio de las presidencias priistas de los años sesenta) cuando los periódicos hablaban de auténticas multitudes marchando hacia Puebla para asistir a la ceremonia conmemorativa de este centenario. Eran tiempos interesantes: un televisor grande de General Electric costaba más de cinco mil pesos, exactamente 5 mil 995; y  un traje de mujer caro (de lana tipo «pelo de foca» [?]) en el Palacio de Hierro costaba 283 pesos. (Pienso que en 1962 Martín Luis Guzmán pagó cinco mil pesotes a Jorge González Camarena por «La Patria», cuadro emblemático de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y de la educación pública mexicana). Más datitos:  Felipe Calderón, hoy cinco de Mayo de 1962 tomaba protesta a los conscriptos. El maestro de ceremonias dijo algo que no quedó muy claro: «El ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos realizará la Toma de Protesta, haciendo llegar su voz hasta el último rincón del país a través de la Red Nacional de Radio y Televisión» (woooooo, el último rincón del paíiiiiis) . No me quedó claro qué significa el dato, en términos prácticos, pero me hizo recordar que en 1962 López Mateos tomó protesta a 300 mil conscriptos en todo el país por medio de «un sistema de radio». A saber si querían decir eso en este 2010 o solamente querían decir que la cadena nacional es la cadena nacional.

Sigo contando: en ese 1962 hubo un desfile conmemorativo en Puebla, con 15 mil efectivos, entre conscriptos, tropas y alumnos de escuelas militarizadas. Hubo otra cosa entretenidísima: un equipo de 120 corredores, de los cuales 60 eran poblanos llevaron a carrera limpia y hasta puebla una caja que contenía tierra del sitio de nacimiento de Ignacio Zaragoza (o sea, hablamos de Goliad, en la lejana Texas, alguna vez mexicana) y una antorcha con un fuego conmemorativo (como pueden ver no estamos inventando NADA en materia de conmemoraciones). Habían comenzado a correr el 21 de abril y el 1 de mayo andaban entrando a Puebla y un corredor de 18 años, Agustín Moreno, le daba el dichoso cilindro de tierra al gobernador Fausto M. Ortega.

Pasaban cosas ese mayo de 1962: era la quinta semana de éxito en cartelera de «Psicosis», de Hitchcock, Jorge Ferretis, Director General de Cinematografía se había muerto el 28 de abril y las esquelas abundaban. Se anunciaba la película «El centauro del Norte» con José Elías Moreno y María Antonieta Pons que presumía de presentar al cineaficionado «¡las más bonitas canciones de la época!» en esta película «emotiva, alegre, comántica y muy mexicana».

Como ya estaban a un pelo de los festejos del 10 de mayo, Los anuncios ya se centraban en el tema. Liverpool ofrecía «el regalo ideal para mamá», un delantal de algodón a sólo 14.95 pesos.  (suena, tantos años después, hasta ofensivo, pero me acuerdo que, en los sesenta, el delantal era una prenda de uso frecuente entre las amas de casa de algún tipo). Claro que también había regalos de más clase, como guantes de cabritilla a 45 pesos, semilargos de nylon a 49.50 (y no sé en qué momento las mujeres dejamos de usar guantes. tan bonitos que son. Aunque con los 32 grados que dicen que hay ahorita al mediodía del 5 de mayo de 2010, ni a quien se le antojen).

Se emitieron en ese mayo de 1962 dos medallas (¿monedas?) conmemorativas: de oro, una que representaba a Zaragoza a caballo. ¡37.5 gramos oro, 38 milímetros de diámetro y costaba 585 pesos con todo y estuche! La de plata también con Zaragoza a caballo, 19.8 gramos plata, 36 milímetros de diámetro, costaba muuucho menos, como diez pesos.

Se editó un libro conmemorativo:  «A cien años del cinco de mayo de 1862», auspiciado por Manuel J. Sierra, quien era el oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, donde escribieron Catalina Sierra Casasús, personaje interesantísimo, Agustín Yáñez, Rubén Bonifaz Nuño, Melchor García Reynoso. La comunidad artística de Corpus Christi, Tecas, también se disponían a emprender enorme fiesta, y la publicidad aprovechaba para hacer patente su presencia en aquella jornada de conmemoraciones: Tequila Cuervo, por ejemplo, en un anuncio entero (una plana… nada despreciable), le decían a los lectores de la ciudad de México: «Cuando las armas nacionales se cubrieron de gloria frente a la ciudad de Puebla en 1862, hacía 39 años que el pueblo mexicano brindaba con Tequila Cuervo…» y, para que vean lo que era la economía en aquellos años, el Banco de Comercio de Puebla invitaba a todo el país a invertir en el estado, con las siguientes ventajas: a. Exención fiscal por 10 años. b. Los salarios y costos eran más bajos que en el DF. c. Su cercanía a la ciudad de México y al puerto de Vercaruz. 4. Disponibilidad de agua y electricidad.

Son algunas cosas de otro centenario, de otro país que tenía aún mucho de rural. Era otro cinco de mayo, claro, distinto al de 2010 donde la efeméride cívica se ajusta a la agenda politica de un gobierno. Si eso no es tener una idea concreta de para qué sirve la historia, díganme entonces qué es.

02
Ene
10

Cuenta pendiente de noviembre 2: imágenes de la evocación casi espírita de la Revolución.

para los que se lo perdieron

Unas cuantas imágenes de algunos caballos, pendones y próceres de ese día en que, ojalá, la Ciudad de México se hubiese levantado temprano en sábado a ver un desfile  fugaz, como la idea que lo alentó.

02
Ene
10

Cuenta pendiente de noviembre: La fugacidad, lo trascendente y la evocación, casi espírita de la Revolución

Un mexicano (dizque) promedio, con una jornada laboral de lunes a viernes, no se levanta en sábado o domingo antes de las nueve de la mañana. Con el reto de poner en pie a toda una familia para estar paraditos en Paseo de la Reforma para ver el sábado 21 de noviembre el desfile conmemorativo del 20 de noviembre y que originalmente se iba a festejar con fuegos artificiales extra el jueves 19 (ya sé, ya sé, pero qué quieren que les diga, así pasó), la empresa se vuelve complicada. Eso explica que el desfile del sábado 21 de noviembre, cuya duración cuantifican las diversas fuentes informativas entre 20 y 25 minutos, se viera más por fotografías en los periódicos que por la, digamos, vivencia, del caso.

Si a este conjunto de chilangos le sumamos el otro conjunto de chilangos que TIENE que trabajar en sábado porque esas son sus circunstancias, porque las condiciones de su empleo y el magro sueldo que reciben (meseros, dependientes, empleados domésticos, obreros, albañiles, etc, etc, etc…) solamente les permiten un día de asueto que frecuentemente NO es sábado… las posibilidades de audiencia se reducen.

Los que llegaron a las 10 de la mañana, de ese sábado, hora promedio en que un chilango que no tiene nada serio que hacer ni objetivo concreto que perseguir en día no laborable, decide asomar las orejas al mundo,  ya no vieron sino los pendones colgados en Reforma,  “revolucionarios” vestidos de manta y adelitas con gafete de “staff” al cuello, sentados en las banquetas, aguardando quién sabe qué… (se me ocurre que a lo mejor la evocación –e invocación- del espíritu de Madero… con los consecuentes pitorreos publicados en la prensa el domingo… 22.

Lo que es cierto es que recuperar este sainete del mes pasado que, por cierto, no pasa de ser, una vez más, un mitote del altiplano… es para dejar asentada otra de las señales definitivas del pre-pre ensayo de las conmemoraciones de 2010…. Donde ojalá las cosas no sean producto de una decisión tomada tres días antes, porque así no hay planeación seria que aguante las locuras ni los cambios de humor, ni los arranques ni las inspiraciones, o peor aún, las iluminaciones y las epifanías.

Y subrayo lo del “mitote del altiplano”, porque en muchas otras partes del país a los gobiernos locales les importan un rábano nuestras batallas conmemorativas CHILANGAS (no se nos quita, digan lo que digan, la vocación centralista y tlatoanesca) porque ELLOS tienen sus propias batallas conmemorativas, de las cuales nos enteramos a veces por la prensa, y en ocasiones por las fotos PAGADAS que los gobiernos estatales pagan en los periódicos de la Ciudad de México para que nos enteremos que el Fuego Bicentenario anda por sus dominios… asunto que de otra manera y aún así, resulta inexistente para la mayor parte de los que mínimamente le echan un ojo a las noticias a diario, ya no digamos a los que andan por el mundo sin importarles un cuerno lo que hacemos los periodistas.

Y  si hubo uno o dos desfiles ese 21 de noviembre, si era homenaje a los caballos (¡háganme favor….!! Y así lo publicó el Reforma… y ya sé, flota la saludable sospecha sobre un burro reportero… ) o se quiso resucitar el tema cívico-deportivo,y si en un alarde de mal gusto se regalaron sombreros como los de los campesinos revolucionarios de los murales de Siqueiros, con matraca y banderita…  ya son estampas de la crónica fugaz (y eso es lo patético), testimonios de la intrascendencia y signos de la adicción a la improvisación, sólo eso.

Así fue que llegamos (el sábado 21) a la conmemoración del 99 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana de 1910. Así fue que llegamos, en esa batahola de actitudes (positivas, negativas y de las extremas en ambos polos), de evocaciones (en el sentido espírita de la palabra), de encomendaciones (a la Providencia o Palas Atenea, o de perdida al Ángel de la Independencia), un día menos en la cuenta regresiva… así fue que llegamos y las discusiones aún han de repuntar en el ambiente…

20
Nov
09

Ahora sí: la cuenta regresiva de los Centenarios

Que así nos florezcan la patria y la memoria

Hoy empieza el tiempo hacia atrás. Dentro de un año estaremos llegando a la culminación de las conmemoraciones de 2010… al menos en términos de efeméride y de discurso y de fecha señera de arranque, porque en 2011 habrá que pensar en los bicentenarios y los centenarios de otros personajes, otros hechos y otras batallas, reales o simbólicas.
De entrada, las discusiones por el desfile conmemorativo del 20 de noviembre… que se efectuará el 21 de noviembre (ay, bueno, es un asunto de actitud… me dicen), ya son indicadores de un cambio concreto, el de la expresión múltiple, variada y plural de la colectividad: que si es circo a falta de pan, que si es el clásico pan-circo, que si es maravilloso reponer lo que Vicente Fox en un arranque de incompetencia suprimió de los rituales cívicos (no olvidemos que esa medida, en su momento, fue festejada enormidades por la «conciencia crítica» de este sufrido país, entre la cual se contaban unos cuantos historiadores críticos o algo así…) que si es una escandalosa falta de coherencia de los gobiernos de la alternancia (ooooh, qué fea actitud… es que ahora todo mundo dice que las broncas nacionales, chicas o grandes, son un problema de actitud….), que si no tiene trascendencia, que si hay mejores maneras de celebrar a la patria… hay tantas voces en esta mañana de viernes… que da emoción mirar el complejo, abigarrado, violento pero tierno (Milanés dixit) mosaico que somos: no sólo opulencia, no sólo indigencia, no sólo dolor, no sólo emoción alegre de mirar a la ciudad despertar con el Popocatépetl fumando el último cigarro de la madrugada… no sólo ceguera, no sólo soberbia, no sólo egoísmo: también algo como que se parece a la esperanza (no la de López), la de la alegría creadora y la alegría del pensamiento, la incertidumbre de los días que vendrán y la alegría de los días que vendrán: esta es mi narración de los Centenarios, historias del pasado y del presente… de algo que pelea por volver a ser felicidad, de algo que se escribe con la conciencia de lo irrepetible…. sea para bien.




En todo el Reino

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